miércoles, 27 de mayo de 2009

Una ayudita, por el amor de Dios.


Te acomodas la cruz en la espalda y sales sin mas a correr por las calles, todo el que te mira dice: ¡Ahí va un cristiano! Claro, si llevas todos los signos:
La corbata gris.
La biblia bajo el brazo.
La beata sonrisa idiota.
Hasta la peinadita engominada.
Subes al transporte y te sientas, no pescas nada; porque vas a a la iglesia. Asi que la abuela que molesta con el bolso y la embarazada pasan a segundo plano.
Al llegar, te bajas.
Tu corazón henchido de emoción, escucha los sones desde lejos y no te dejan ver al mendigo que te pide algo para comer.
No hay rezos, ni oraciones por ellos.
Alguien necesita una ayudita, por el amor de Dios.

Santiago 2:18